Choque cultural inverso | Capítulo 5: Mixta, como el sándwich
Identidad y retorno
Desde la plataforma de ofendidos por el trato vejatorio al que se ha visto sometido el "sándwich mixto" en este artículo, ¡hoy denuncio...! No, no. ¡Estoy de broma! Lo que sucede es que a mí el sándwich mixto me venía bien para otra metáfora que venía a plantear hoy, algo alejada de la que hacen en ese artículo de El Mundo (que, por cierto, me ha dado que pensar, pero ése es otro tema). A lo mejor podría probar con otro paralelismo: Flamenco Fusión. Aquí se me pueden echar encima los ortodoxos. ¿Coche híbrido?...
Hoy ha sido un gran día. He quedado a comer con dos parejas mixtas: alemanes y españolas. Me tengo por una persona sociable y adaptable a escenarios diferentes, pero hoy, al fin, después de todos estos meses de sentirme una marciana, retorné a mi planeta: al planeta "Sándwich Mixto".
Está claro que ya no soy la que se fue hace diez años y que, mientras estuve fuera, no experimenté en mis carnes los cambios que se produjeron aquí, que me perdí los procesos. Aún así, siempre me veo en la obligación de explicar que ya me sentía un bicho raro antes de emigrar a Alemania así que, al retornar, ése ha sido uno de los sentimientos que sí se ha mantenido. Ha sido y es mi constante.
Hoy me he sentido bien por muchas cosas. La primera, y más importante, porque son gente estupenda, sin que en ello medie el de dónde provengan. Otra cosa que ha influido es que podíamos hablar combinando ambos idiomas: el alemán y español. Nota: Sí, yo he sido de esas, que hablando con compatriotas en Berlín, soltaba palabras en alemán a lo largo del discurso porque "ya no me salían en mi propio idioma". Muy repelente visto desde fuera, pero muy habitual estando metida en el meollo. Supongo que será normal que pase en cualquier país, aunque vaya por delante que con un idioma tan sesudo como el alemán, es más probable que se te haya ya frito el cerebro y aproveches lo que te queda viable de él para almacenar vocabulario teutón. Cuestión de eficiencia, algo muy alemán también.
El sector alemán del grupo lleva muchos años viviendo en España y el español ha vivido muchos años en Alemania. Por ello, quizás, lo determinante ha sido estar en un ambiente mixto en el que el choque cultural inverso y el duelo migratorio eran temas conocidos, asumidos y más o menos superados, de manera que formaban parte de nuestra conversación como algo absolutamente natural sin tener siquiera que nombrar dichos términos. Podíamos parodiarlo, reírnos de ello, compartirlo sin el tapujo de que tu interlocutor no comprendiera del todo qué te está ocurriendo ni preguntarse qué te suscita darle tanta importancia a escenas cotidianas para la mayoría.
Imagen de congerdesign en Pixabay |
Una de mis palabras favoritas en alemán es precisamente Mischung (mezcla), porque concibo la "pura vida" como una amalgama en constante evolución. Yo misma soy una mezcolanza, genética y cultural. No solo por mis ancestros, que han sido de lo más variado dada la tierra de la que provengo (Andalucía), también por lo que he ido incorporando en mí durante una década en Alemania. Todo eso forma parte de mi identidad. Identidad sándwich mixto. (Prometo currarme más las metáforas la próxima vez).
Los migrantes desarrollan identidades complejas que los vinculan (simbólicamente, pero también económica o políticamente) con más de un Estado. Esto empieza a poner en cuestión categorías jurídicas decimonónicas como la nacionalidad. Fuente: Madridmasd
Y más allá de todo eso, incluyo también lo que aprendo y absorbo de otras culturas con las que he convivido y convivo allá donde me encuentre. No es algo estático, ni localizado en un solo punto ni aislado en el tiempo. No se dejan de adoptar nuevas costumbres, de aprender idiomas, de recorrer mundo y de tratar de integrarse con los distintos paisajes por los que se transita.
Por último, mencionar que se dice que cuando te ríes de los chistes de los hablantes nativos del país al que emigraste, ya has llegado a dominar la lengua. Pero no se trata exclusivamente de un factor lingüístico, sino también cultural. El patrón que rige el humor en el país de acogida es diferente, no nos causan gracia las mismas cosas. Hasta que comprendes los códigos y te sitúas y sientes a gusto en el contexto. Puede que al volver haya códigos que ya no comprendas porque los intercambiaste, olvidaste o rechazaste en su momento.
En lo que respecta a mi encuentro de hoy, estoy hilando más fino y refiriéndome a un humor más particular si cabe: el que nace del cruce de caminos, del ir y el volver, del que se produce en "tierra de nadie y de todas", de la comprensión que se genera en el migrante que retorna y que se ha forjado una nueva identidad transcultural
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